viernes, 9 de marzo de 2012

Sueños


Una visita al castillo, mucha gente. Un lugar precioso por el que pasear, como un museo pero además aquí se puede tocar y oler. Como en otras tantas exposiciones.


De pronto anochece y por la puerta aparece un animal más grande de lo habitual. Atemoriza a la gente, todo el mundo sale huyendo, pero como no son de aquí, no conocen la salida más rápida y se acaban perdiendo por el castillo. El animal o más bien la bestia poseía copias de sí mismo 4 veces más pequeñas. Eran fieros pero no había demasiada dificultad para zafarse de ellos.

Decidí bajar empezar a guiar a la gente corriendo y mostrándoles que juntos podemos hacer algo. Llegamos a la zona del aparcamiento (la cual no existe en la realidad compartida). Y muchos de ellos en lugar de continuar ayudándome a ayudar al resto deciden coger sus coches y marcharse rápidamente de allí atemorizados, siendo completamente egoístas.

Continúo ayudo a unos pocos más que estaban en la habitación contigua. Les muestro que las minibestias no son inmunes. Lo malo es que cuando golpeas a una vienen más.  Pero es la única forma de ganar tiempo. Subo a la zona de la entrada principal para ver si aún queda alguien. Negativo, sólo la gran bestia y sus pequeñas creaciones diabólicas a semejanza suya. Me oculto bajo una mesa, y luego detrás de un sofá. Veo como pasan, escucho sus respiraciones, más rápidas y agudas las de las crías, más terrorífica y lenta la de la gran bestia.

Se hace la oscuridad. Llegan colores que poco a poco forman un nuevo paisaje. Me encuentro ahora subiendo una escalera fabricada a mano que trepa por un grueso árbol. Sólo tengo un objetivo en mente: escribir una historia. Me van surgiendo ideas, sensaciones, todo lo que acontece al gran momento en el que las palabras empiezan a volar y poco a poco la historia se va haciendo a sí misma. Entonces, a mitad subida tengo una visión de lo que creo que es mi futuro: Me hallo en las raíces del árbol, en una casa de madera construida a la ladera de una de las inmensas ramificaciones. Si miro arriba veo una trampilla por la que subir la escalera de madera que segundos antes... perdón, años antes había subido. Una mujer de unos 50 se acerca sonriente, es mi vecina y me ofrece algo para desayunar. De alguna forma siento que he tenido éxito, que la historia se publicó, y me alegro inmensamente de haber subido aquella tarde esa escalera con tanta convicción. Mi vecina me sonríe y me quiere hablar de la historia que publiqué hace años. Pero le digo que no, que no quiero recordar como empieza, que no quiero escucharlo. Y hago esto por que sé que es una visión y sé que en realidad sigo subiendo esa escalera así que animo a mi "Yo" del pasado a que siga trepando por ese árbol, es decir, a mi "Yo" del presente.

Se hace de nuevo la oscuridad. Se enciende una luz. Poco a poco se dibuja lo que parece ser la pantalla de mi ordenador. Ella me ha escrito un mensaje. Lo más extraño no es recordar lo que pone o que en ese momento aunque lo esté leyendo no me esté enterando de nada, como si las letras estuvieran desordenadas, lo más extraño es que no sé qué siento al leer ese mensaje. Normalmente al recordar un hecho suelo conocer bien lo que siento en dicho momento. Pero ni durante ni después al despertar logró saber qué era lo que sentía al leer ese mensaje de letras desordenadas.

Se hace la oscuridad y finalmente abro los ojos. Me quedo un rato en la cama dubitativo. Luego me levanto,  pienso en lo que tengo que hacer en el día de hoy y todo lo que he vivido esa noche empieza a quedarse emborronado, transparente y finalmente se disuelve. Por supuesto con tan sólo recordar algunas piezas del sueño sé recomponer el resto dado que en seguida se atacan cabos y se empieza a recordar. La práctica en este arte me hace gracia desde niño.

Espero volver a soñar con ese mensaje y por lo menos averiguar qué es lo que siento cuando lo leo. Sé que los sueños me pueden revelar lo que verdaderamente siento. Sólo tengo que seguir viviendo sin pensar en ello para que poco a poco el subconsciente vaya trabajando. Es bien sabido que el cerebro está dando vueltas a un problema o cuestión que se plantea en un momento determinado a pesar de que la parte más consciente esté haciendo otras cosas. Y.. por lo general suele ser bastante eficiente. De pronto encuentra la solución y nosotros tenemos una idea. Una idea que hará que salgamos de nuestro apuro y podamos seguir adelante de mejor manera.



Por Elghor, por el que sabe cuándo tiene que pensar en algo conscientemente o dejar el problema en otra región del cerebro para que lo solvente, y a posteriori que en sueños nos lo haga saber.


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