viernes, 22 de julio de 2011

Enseñanzas I


Debes centrarte en la parte de tu cerebro que gesta las emociones. De ahí emana lo demás. Según sabias lecturas nuestro cerebro humano posee tres partes: Una es la encargada de que tengamos raciocinio, otra se la conoce como “Cerebro reptiliano” y es la parte encargada de sacar a la luz nuestros instintos, por último disponemos de la parte encargada de gestionar las emociones. Dado esto, según mis investigaciones, ésta última parte puede afectar sobre las otras dos. De forma que puede anular por completo nuestra capacidad de razonar (aunque esto también lo hace a veces el cerebro reptiliano) y también puede bloquear o dejar salir a la luz a nuestros instintos.


Deberemos pues saber cuando usar cada una de las partes de nuestro cerebro. Pues siempre vamos a necesitar de todas ellas para poder sobrevivir y escoger la mejor respuesta a un problema dado.


Para los que estudian la realidad de otra forma estas 3 partes quedan convertidas a: Cuerpo, mente y espíritu (o alma). Cuerpo es a instinto lo que raciocinio es a mente, lo que espíritu (o alma) es a emociones.

No obstante yo considero el alma como la naturaleza de cada uno. Quizás eso conlleve a la predisposición de tener unas determinadas emociones que afloran con mayor frecuencia que las demás dependiendo de tu naturaleza, y de esta forma modificando o creando tu comportamiento. 
«Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo» José Ortega y Gasset.


Sea como fuere, sin importar las teorías dadas por otras personas lo que está claro es que debemos encontrar la felicidad, debemos convertirnos en personas optimistas con su dosis de realistas.


En esta ocasión te hablaré de esos momentos a solas, emocionalmente hablando, en los que se te empieza a llenar la mente de pensamientos negativos, el cuerpo reacciona poniéndose muy tenso, y la emoción predominante es ira.


He llegado a la conclusión de que todas las partes del cerebro afectan a las demás. Y me doy cuenta ahora. Ahora porque he querido tratar de explicarte algo y me he dado cuenta de que he sido yo quién ha aprendido una lección. Por cierto, esta parte también la sabía… Y tú también: cuando expresamos algo que sentimos en forma de palabras para que los de tu alrededor te comprendan acabamos por entender nosotros mismos aquello que en un principio no entendíamos del todo y queríamos hacer saber. Para aclarar: en ocasiones sientes algo debido a un hecho, se lo cuentas a alguien para que te ayude a centrarte y sólo con describir detalladamente el suceso y las emociones y/e instintos que han florecido a raíz del mismo comprendes mucho mejor tú mismo la situación, a tus sentimientos y al porqué del afloramiento de tus instintos y/o emociones. Muchas veces argumentamos que “sólo necesitamos desahogarnos”, es verdad, pero hay que saber desahogarse bien.


Pasemos entonces al tema principal: Todas las partes afectan a todas.


Siguiendo el ejemplo de antes de cuando te encuentras a solas emocionalmente hablando, prosigo.


Una solución: Deja de evocar ese recuerdo que te agobia tanto. Pasó hace tiempo. No hablo del caso en el que tienes un problema y debas solucionarlo: hablo de esos momentos en los que estando tranquilamente empieces a recordar momentos del pasado que te dolieron y entonces poco a poco te empiezas a encontrar mal, empiezas a llorar, cabrearte, gritar, tener necesidad de romper cosas… et alía. Todo ello dentro del circulo vicioso que supone que cuando piensas en algo negativo, el cuerpo se tensa y las emociones predominantes llevan a un estado de ira casi descontrolada, casi como dejando paso al instinto, a la respuesta inmediata animal.


En el momento en el que dejas de pensar en eso el cuerpo se empieza a relajar y, más tarde, como una marea que baja la sensación predominante que era ira irá perdiendo su intensidad, rebajándose hasta dejar paso a otro tipo de emociones más positivas, por supuesto para ello es necesario además pensar en algo positivo.


Otra opción es probar a relajar el cuerpo. Poco a poco el estado del cuerpo avisa a la mente de que no está ocurriendo nada en ese momento, esta deja de emitir pensamientos negativos, a su vez las emociones al ver que el cuerpo está relajado (lo cual es asociado a un estado de felicidad y no al de cabreo) van bloqueando a la ira dejando paso a un sentimiento más alegre y positivo, así mismo cuando el pensamiento cambia de nuevo a positivo las emociones resultantes a dicha causa son positivas también.


Cuando las emociones arrestan al raciocinio que mantiene bloqueado al cerebro reptiliano éste queda libre y salen tus instintos a la luz. Si aún te queda algo de raciocinio, y decides que no está bien aquello que vas a ejecutar, deberás hacer un esfuerzo enorme por relajar el cuerpo, es decir, evitar tensarlo para calmar al instinto y poco a poco hacer lo que te he dicho hace unos segundos. (Párrafo anterior)

Ocurre a veces que una amiga se sienta a tu lado, te empieza a contar todos sus problemas, acaba llorando porque no deja de recordar, evocar y alimentar además esos recuerdos nombrándolos y haciéndolos venir a su mente una y otra vez, y cada vez llama a más porque se va acordando de más porque cuando el cerebro se pone a recordar un hecho en seguida recuerda la emoción que dicho suceso contenía y automáticamente busca hechos similares emocionalmente conectados, claro está, con la misma persona causante o circunstancia inevitable. A esa amiga, después de haberla escuchado quizás debáis comentarle que no es bueno que se ponga a recordar todo lo malo, que si de verdad tiene suficientes razones para no querer estar con dicha persona o para no volver a pasar por alguna situación pues que evite las causas y que busque la solución. Por que de lo contrario los recuerdos seguirán apareciendo y acumulándose, dado que es bien sabido que las emociones negativas que no queremos ni tampoco las analizamos las echamos de nuestras vidas y a las semanas ya han vuelto, lo peor de todo es que a veces no sabemos porqué nos sentimos mal. Y es cuando hay que empezar a recordar y a pensar qué nos llevó a una situación que fuera causante del sentimiento que ahora albergamos. Es entonces cuando puedes tratar de describir lo que sientes y así, poco a poco acabas hallando la solución a tu problema, hallando la pregunta correcta (Sabiendo de dónde viene el sentimiento y por tanto sabiendo qué problema tienes).


La respuesta a los problemas más bien es el camino a seguir repitiéndote la pregunta que te ha llevado al problema. Ejemplo: No debo salir del camino. Por que recuerdo que al hacerlo las hierbas rozan mis piernas y luego se me irritan. La pregunta es ¿Por dónde debo ir? Por el lugar en el que no haya hierbas que te causen picores. Es decir, por el camino o por algún campo en el que no haya ese tipo de hierbas. Curiosamente al irnos al campo podríamos alegar que estamos saliéndonos del camino, pero quizás simplemente sea que una bifurcación del camino nos lleva al campo. La respuesta se ha dado al encontrar la pregunta correcta. Y sólo se ha hallado la pregunta correcta al dejar que el raciocinio tome el control en ese momento, quizás con algunos consejos de las emociones y de los instintos.

Moraleja: No te dejes llenar de energía negativa.


Por Elghor, por el que aprende al enseñar(se) (a sí mismo).

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