“Otro día más que ensimismado paseo por esta vía… ¡qué recuerdos!” - pensaba Héctor mientras miraba una larga y solitaria vía del tren que parecía no tener fin.
- ¡Eh, empanao! – Duna, una chica que hacía relativamente poco que no veía Héctor, le sorprendió por detrás echando así por la borda el hilo de los pensamientos de Héctor.
- ¿Duna? ¿De verdad eres tú?
- Pues claro que soy yo ¿quién iba a ser si no? ¿te parece si nos ponemos al día descansando un poco?
- Cla... claro.
Héctor estaba algo confundido pero accedió a sentarse en un borde de la vía, enfrente de Duna.
- ¿Te ocurre algo Héctor? Te noto raro…
La empatía de Duna era bastante conocida entre sus amistades íntimas, una chica capaz de ver lo que se escudriñaba en la mente de sus amigos. Siempre tratando de conseguir sacarles una sonrisa.
- Duna, yo…
- ¿Sí?
- Tengo que contarte algo. –acabó por concluir Héctor.
- Bien. Hasta ahí llegamos los dos. Tú estás aquí, yo también y tienes algo que decirme. Como ves soy de carne y hueso, la original y única Duna Sturm y como sabes: puedes confiar en mí.
- De eso se trata…
- ¿Cómo dices?
- Nada que… me alegro tanto de que estés aquí, conmigo…
- Sí que estás hoy sentimental ¿no?, sabes que voy a estar aquí contigo dándote el coñazo todos los días. – afirmaba Duna con una sonrisa en los labios.
- Ese es mi deseo… - susurró Héctor mientras se lanzaba a abrazarla.
Un abrazo intenso que duró unos cuantos segundos. Él cerró los ojos para sentirla y al abrirlos Duna no estaba ahí. Había sido reemplazada por una almohada.
Una mirada al techo con los ojos vidriosos reflejaba claramente lo que Héctor sentía por dentro.
“Ojalá nunca te hubieras subido a aquel coche…”- pensaba Héctor mientras el dolor y la rabia le golpeaba con fuerza a la luz del alba.
- ¡Eh, empanao! – Duna, una chica que hacía relativamente poco que no veía Héctor, le sorprendió por detrás echando así por la borda el hilo de los pensamientos de Héctor.
- ¿Duna? ¿De verdad eres tú?
- Pues claro que soy yo ¿quién iba a ser si no? ¿te parece si nos ponemos al día descansando un poco?
- Cla... claro.
Héctor estaba algo confundido pero accedió a sentarse en un borde de la vía, enfrente de Duna.
- ¿Te ocurre algo Héctor? Te noto raro…
La empatía de Duna era bastante conocida entre sus amistades íntimas, una chica capaz de ver lo que se escudriñaba en la mente de sus amigos. Siempre tratando de conseguir sacarles una sonrisa.
- Duna, yo…
- ¿Sí?
- Tengo que contarte algo. –acabó por concluir Héctor.
- Bien. Hasta ahí llegamos los dos. Tú estás aquí, yo también y tienes algo que decirme. Como ves soy de carne y hueso, la original y única Duna Sturm y como sabes: puedes confiar en mí.
- De eso se trata…
- ¿Cómo dices?
- Nada que… me alegro tanto de que estés aquí, conmigo…
- Sí que estás hoy sentimental ¿no?, sabes que voy a estar aquí contigo dándote el coñazo todos los días. – afirmaba Duna con una sonrisa en los labios.
- Ese es mi deseo… - susurró Héctor mientras se lanzaba a abrazarla.
Un abrazo intenso que duró unos cuantos segundos. Él cerró los ojos para sentirla y al abrirlos Duna no estaba ahí. Había sido reemplazada por una almohada.
Una mirada al techo con los ojos vidriosos reflejaba claramente lo que Héctor sentía por dentro.
“Ojalá nunca te hubieras subido a aquel coche…”- pensaba Héctor mientras el dolor y la rabia le golpeaba con fuerza a la luz del alba.
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Éste relato viene de un juego literario de Novelia, en el cual debíamos escribir un diálogo de los personajes que aparecían en la imagen. Temática totalmente libre.
Dedicado a Ana por haberme dejado explorar su mente y crear un mundo muy similar al que yo he creado a partir de la misma imagen.
Por Elghor, por los mundos que compartimos.
1 comentario:
¡Gracias por dedicarmelo también! =)
Está genial tu relato, ya sabes que me encanta, lo habrás leído en mi mente xD
¡Un beso!^^
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