miércoles, 3 de julio de 2013

Lo dejé

Dejé de escribir, dejé de cantar, dejé de soñar, dejé dejé dejé...

Dejé de preocuparme por amistades que en verdad sí merecían la pena. Dejé de luchar por nada ni nadie. Sólo me quedé con una o dos personas, y el resto si venían bien y sino las dejé marchar.

No sé realmente por qué, parece que he perdido el interés en conocer a gente, que me he venido abajo de alguna manera. Que ya no me interesa relacionarme tanto como antes, que la soledad está ganando la batalla en mi mente. Porque tengamos una cosa clara la soledad ataca a la mente y al corazón. Te infunde ideas desagradables que hacen que sea un feroz enemigo de combatir. Llega a desgastarte hasta el punto de no querer volver a salir a flote. Dejarte bajo el agua a solas, sin respiración. Los órganos te fallan y el cerebro ya no transmite el riego que debería. El corazón bombea más despacio. Y llega la parsimonia.

El no hacer nada. Por nadie...

Demasiadas partidas perdidas. Demasiado cansado.

Voy a dormir.

Por un cansado Elghor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sí, la soledad infunde ideas que nos hunden, que nos hieren hasta convertirnos en alguien que poco se parece a nosotros mismos. Pero precisamente por ello hay que afontar la soledad, decirle al miedo a querer que vas a amar de todos modos, que vas a arriesgarte y a dar todo aunque en muchos momentos no recibas la misma moneda.
¡Mucho ánimo y feliz verano! :)