lunes, 26 de mayo de 2014

Sueños de Conspiración

Todos conocían la conspiración pero elegían acatarla. Cualquiera que se intentaba revelar resultaba sepultado.

Al principio pintan esa ciudad como un hogar perfecto al que mudarte. Contra más gente mejor. Todo es genial y hermoso en esa ciudad. Hacían propaganda en los alrededores para animar a la gente a que se mudase e hiciera crecer la ciudad. Mas de vez en cuando alguien desaparecía. Cosas raras ocurrían pero nadie reparaba en ello. O más bien, como más tarde me di cuenta... nadie se atrevía a comentarlo.

Al mudarme me mostraron mi casa nueva y me dieron a conocer las posibilidades de vivir allí. Todo parecía idílico quizás demasiado.

Escucho golpes pero el sonido está amortiguado. Me fijo que provienen de un camión, de la parte de la carga. Y veo a un hombre cerca vigilando. Los guardias que estaban por la zona se alejan... Entonces me acerco a ese hombre y le pregunto qué está pasando aquí. Entre susurros me dice que quiere rescatar a su amigo que el alcalde ha mandado acabar con él. Pero me lo dice con frases cortas. Yo trato de no mirarle, y él hace lo mismo. Como si estuviéramos tranquilamente paseando...

En seguida me alejo para no levantar sospecha. Mis suposiciones eran acertadas. Ahora sólo me quedaba encontrar la manera de romper con todo esto o escapar... mientras estaba en mis cavilaciones sobre lo que acababa de ocurrir y la decisión en la que ahora me encontraba me sorprendo viendo a varios guardias volviendo hacia el camión a toda prisa. Cogieron al hombre que habló conmigo y se lo llevaron.

En ese momento me di cuenta de tres cosas... Una era que me tenían vigilado. Otra era que no fueron a por mí sino sólo a por él, lo que refutaba aún más mis teorías conspiratorias. Y la tercera ... fue abrumadora. Entendí que no fueron a por mí porque ellos querían que yo supiera lo que pasaba. Para ellos es sólo un juego, una cacería. Entonces comprendí que toda la ciudad sabía lo que estaba pasando. Y todos elegían mirar hacia otro lado. Pues aquellos que no lo hacían... acababan como ese hombre que hacía tan sólo unos minutos había hablado conmigo.

Y entonces... me desperté.