domingo, 25 de diciembre de 2011

Escapando de la Gigante Roja III


— ¿Quieres decir que los cambios que han ocurrido en este universo son a consecuencia de ese tercer tripulante?
—Exacto. He observado que la expedición se realizará el día 12 de febrero, dentro de 7 años exactamente. Seguramente el agente Leonard contratará a 3 tripulantes. Según los informes serán la científica Katie, el experto en aeronáutica Paul y el marine John —tomó aliento y siguió hablando—no podemos permitir que una persona cambie el destino del mundo a su favor. Según mis cálculos no le debería de quedar mucho combustible quizás lo suficiente para 3 ó 4 paradas en el tiempo. Ello no le permitió hacer muchos cambios pero sí obtener datos.
—De tal forma que es probable que vuelva a este momento de la historia para cambiarlo todo y crear su propio universo a su imagen y semejanza. ¡No podemos permitirlo! —elevó la voz Eric, alarmado.
—Lo primero que tenemos que hacer es ocuparnos de los fallos que debió de tener la primera nave. Resulta extraño que se estrellase. Según los informes perdieron la comunicación al atravesar el rasgado del espacio. Bueno —se corrigió a sí mismo cuando detecto que Eric iba a realizar una observación al respecto—primero deberíamos construir la nave y procurar mantener esto en secreto —. Eric cerró la boca. Charles sonrío sin dejar mostrar sus dientes.

Siete años más tarde la nave había sido completada y las correcciones oportunas llevadas a cabo.

John Moore yacía en el suelo de su cocina: un charco rojizo se diluía con otro blanquecino. Un John cerca de un año más envejecido que el que estaba tumbado recogía ahora un tetrabrik de leche y lo apoyaba sobre la encimera. Luego camina hacia la puerta y abre un cajón que todavía no había inspeccionado: ahí estaba la carta que había cambiado toda su vida por completo.

12 de febrero, 7:30 a.m.

—Mire profesor ahí llegan los tres tripulantes —advirtió Eric.

<<Pero no parece haber nada extraño>> pensó Eric al recordar que quizá sólo quizá un John Moore del pasado podría estar ahí mismo en estos momentos. Luego se dijo a sí mismo que quizá John habría podido acabar sin combustible, perdido en alguna época del pasado; o quizá decidió ganar algún juego de azar y ahora se halle disfrutando de unas robadas vacaciones…

—Ya van a despegar —Charles sacó de sus pensamientos a Eric con esta última afirmación.

Eric alzó la vista y le pareció que mientras Leonard daba el discurso de despedida a los tres tripulantes John le había dirigido una mirada. Pero eso era imposible dado que estaban en otra habitación y, que él supiera, John no podía ver a través de los espejos que hacen las veces de cristales transparentes por el otro lado…

<<Sólo son imaginaciones tuyas >> pensó tratando de calmarse. <<Todo está en orden>>

—Eric, no te preocupes, todo irá bien. Sabes que los cambios que aquí se hayan efectuado no van a repercutir en el siguiente universo a no ser que alguien realice el cambio de nuevo y eso no va a ocurrir dados los nuevos parámetros que hemos reajustado para que la nave llegue al tiempo adecuado y no a una época en la que el ser humano aún estaba aprendiendo a caminar.

Unos días más tarde una carta del gobierno fue encontrada debajo de un armario por el marine John Moore. La fecha de respuesta había expirado hacía ya algunas semanas. Aún así el marine fue a la base militar a la cual le habían citado. Desde su encuentro con quién él creyó que fue su hermano gemelo y el accidente por el cual quedó inconsciente habiendo derramado consigo un tetrabrik de leche no había parado de darle vueltas al mismo tema: Su supuesto hermano gemelo, un doble como él vagando por las calles y nunca había sabido nada del mismo...

Se había presentado en su casa de golpe. Unos minutos antes había escuchado unos disparos así que decidió sacar de debajo de su almohada una antigua Beretta 92 que en tantas misiones le había acompañado. Un hombre alto y ancho de espaldas se hallaba ahora buscando algo entre los cajones del armario de la cocina. Un disparó de aviso sonó en la habitación. Luego se dio cuenta de que no quedaban balas y al ver que el otro hombre no respondía corrió a embestirlo con su potente envergadura, cual fue su sorpresa al descubrir que el hombre que ahora le estaba esquivando ágilmente tenía su mismo rostro. Con la estupefacción se dio de bruces contra la encimera y cayó en el suelo inconsciente.

Ahora tenía una pista: La carta del gobierno.

Un día más tarde un marine que decía llamarse John Moore se presentaba a las puertas de la base militar en la que se encontraba el agente Leonard. Le dejaron entrar, le metieron en una sala y cerraron la puerta con llave. Mientras tanto Eric, el profesor Harlan y el agente Leonard discutían sobre la situación actual.
—Al final el John del pasado logró venir hasta aquí —Harlan dejó caer un suspiro.
—Pero mire profesor, este John parece más joven.
—¡Cielo santo, es cierto! Hemos permitido, por error, que el otro John suba a la nave —alarmado, Leonard empezó a pensar la forma de solucionar esta terrible confusión—. Hay que hacer otro viaje y enviaremos a éste John para que detenga al otro, no puede tener buenas intenciones —sentenció severamente.
—Pero él solo no puede ir —pensó Eric en voz alta— quizá deba ir yo también —aseveró.
—Y yo podría unirme en esta misión, somos todos conscientes de que dejaremos todo atrás y jamás regresaremos, es un sacrificio en beneficio de la humanidad… de la siguiente humanidad—Leonard había decidido su futuro y se dirigió a Eric una vez más— ¿Seguro que estás dispuesto a venir? No nos vendría mal alguien con tu talento. Además eres el mejor alumno de Harlan y tú ayuda en la nave nos sería de gran ayuda
Eric afirmó con rotundidad aún viendo que la pregunta de Leonard parecía no admitir una respuesta negativa y parecía estar coaccionándole, él estaba decidido y por su propio pie quiso adentrarse en esa heroica misión.

John estuvo esperando cerca de una hora hasta que al fin se dignaron a comunicarle la situación y a pedir disculpas por la forma en la que le habían tratado. Cuando le contaron la situación John se había quedado de piedra. Resultó ser que el otro John no era su hermano gemelo, era un doble de sí mismo que había nacido hacía miles de milenios. Tras comprender la gran verdad de lo que estaba pasando decidió unirse a ese viaje.


Dicho y hecho, un par de meses más tarde tuvieron lista una segunda máquina, réplica de la primera. Harlan ya estaba demasiado mayor para esos viajes; se quedó en la zona de control para que todo saliera bien, les deseo buena suerte y esa fue la última vez que los vio.

Por Elghor

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